tratamiento ecologico de la mosca del olivo

Publicado en por cortijomanodelabrisa.over-blog.es

 

 

 

               

     De las plagas actuales del olivar, el problema más grave y de solución más difícil lo presenta la  mosca de la aceituna (Bactrocera oleae, antes conocida como Dacus oleae) un díptero (con parientes conocidos también por sus fechorías en otros cultivos, como la conocida “mosca de la fruta”) cuyas fases larvarias se desarrollan sobre la pulpa de los frutos de los árboles del género Olea, ya sean silvestres o cultivados. La especificidad del insecto hace pensar en una larga relación entre insecto y planta, como en el caso del prays. Esta dependencia es mayor aún de lo que aparenta, pues la mosca no sólo necesita aceitunas en un determinado grado de madurez para hacer su puesta y que sus crías se desarrollen, sino también la presencia de determinadas bacterias (Pseudomonas savastanoi  y  Agrobacterium luteum) para que las larvas puedan digerir la pulpa de la aceituna, bacterias presentes en el olivar. En los acebuchales, los olivares silvestres, la mosca interfiere en la dispersión  de las semillas, al derribar el fruto antes que sea consumido por las aves que se encargan de su transporte, pero su presencia no afecta a la viabilidad de la semilla , y al parecer sólo se establece una competencia real, entre aves frugívoras  e insectos , mosca y prays, en los años de cosecha muy baja .

El ataque de la mosca, la puesta y el desarrollo de la larva sobre la pulpa de las aceitunas en proceso de maduración, supone el deterioro de la misma - que es invadida por hongos saprófitos (que se alimentan de materia muerta) - y la caída precoz del fruto, en la mayor parte de los casos. Este deterioro y esta caída repercuten directa y negativamente en la calidad del aceite extraído (alto índice de acidez, sabores desagradables), pero su incidencia está muy ligada al tiempo transcurrido entre la recolección y la molienda, sobre todo en los frutos que permanecen en el árbol, de tal manera que llega a ser más determinante  para el desarrollo de estos hongos el “tiempo de atrojado” que la proporción de aceituna picada. En el caso de la aceituna de mesa la incidencia es mucho mayor, pues la puesta de la mosca inutiliza los frutos para su consumo.

                El tratamiento clásico en agricultura convencional, mediante pulverización total con insecticidas organofosforados, o mediante tratamientos en bandas o tratamientos cebo con un atrayente alimenticio, u olfativo, y el insecticida, por la época en que se efectúan  - final del verano, otoño - tienen una gran incidencia  sobre los entomófagos y favorecen con frecuencia el desarrollo de otras plagas, como la “cochinilla de la tizne” (Saissetia oleae Oliv.)

 


                El control biológico de esta plaga  se ha intentado, desde hace ya bastantes años, utilizando un parásito, una avispilla llamada  Opius concolor Sgpl., originaria de Africa del Norte, cuya larva se alimenta de las larvas de mosca, devorándolas desde dentro; esta avispilla  parasita además de la mosca de la aceituna  a otros dípteros como la mosca de la fruta (Ceratitis capitataWed.). Los resultados no han sido satisfactorios, ya que sólo es posible el control de las primeras generaciones, a base de sueltas masivas de insectos criados artificialmente. Después, cuando al principio del otoño, se produce la gran explosión demográfica  de la mosca  el Opius no es capaz de controlar ,por sí sólo, la población de la plaga.

Aparte de los depredadores genéricos de insectos, entre los que las hormigas del suelo  tienen un peso especial por su control en la fase de pupa, a la mosca de la aceituna se le conocen, también, en la zona mediterránea, otras tres especies de himenópteros  que devoran las larvas desde fuera, muy activos en Julio y Agosto, pero que, como Opius, disminuyen su actividad en septiembre, para decaer radicalmente en octubre, cuando las poblaciones de la mosca toman su mayor incremento.

                Los factores climáticos, y en especial la temperatura, determinan notablemente  la biología de la mosca. Dentro de las investigaciones desarrolladas en el Programa ECLAIR-209 se realizó un estudio sobre la emergencia de las poblaciones  adultas primaverales, procedentes de las larvas de la última generación otoñal que pasan el invierno en forma de pupas enterradas en el suelo. Se pudo  determinar la tasa de mortalidad de estas poblaciones invernantes, que es superior al 90%, poniéndose en evidencia que las condiciones climatológicas invernales intervienen decisivamente en la regulación de la dinámica de las poblaciones de este insecto. Por debajo de los 12º C se interrumpe la actividad reproductora de las hembras, por debajo de 9ºC queda bloqueada la incubación embrionaria, el desarrollo de la larva y la evolución de la pupa. En el extremo opuesto, las temperaturas altas, superiores a 30º C detienen la puesta de las hembras, esta perturbación fisiológica explica la ausencia de ataque de mosca durante los meses de verano en las comarcas de clima mediterráneo continentalizado, o sea en las comarcas del interior de Andalucía. La humedad atmosférica apenas influye en las poblaciones de mosca, cuyas fases de huevo, larva y pupa - más vulnerables- se encuentran protegidas en el interior del fruto.

                                La mosca es, sin duda, la plaga que más preocupa en el cultivo ecológico del olivar, por la dificultad de control y por su incidencia sobre la calidad del aceite. Actualmente se pueden utilizar diferentes sistemas de defensa:

-          Tratamientos cebo: empleando como insecticida la piretrina natural, la rotenona, o la mezcla de ambas, que es lo que presenta mejores resultados. Como atrayentes son eficaces la proteína hidrolizada y un preparado sintético de sustancias que imitan la feromona sexual de la  mosca (espiroacetato), que se presenta microencapsulado para su dispersión en agua; este segundo atrayente, al ser específico, disminuye notablemente  la incidencia del tratamiento sobre el resto de la entomofauna.

                 El tratamiento puede aplicarse  por medios terrestres o aéreos, estos últimos resultan         desaconsejables,  desde una óptica ecológica, pues es imposible controlar la deriva. Las aplicaciones terrestres se hacen por el sistema de “parcheo”, tratando  una superficie de un metro cuadrado, aproximadamente, en la cara sur de cada árbol. En los últimos años se ha efectuado este tipo de tratamiento con maquinaria de aplicación de “volumen ultra bajo” (ULV), con un gasto muy reducido de caldo – 50 cc/árbol -  y  por tanto de insecticida, con resultados muy positivos (Robredo, Cardeñoso; 1999).

-          Trampeo masivo:  mediante la colocación en todos los árboles,  o en parte de ellos, de placas impregnadas de un pegamento o de un insecticida (un piretroide, deltametrina o lambdacihalotrina, el empleo de este tipo de trampas está autorizado, sólo hasta el 31 de marzo de 2002 por el reglamento 2092/91)). El material de la placa puede ser cualquiera que resista la intemperie (madera, plástico, lona). La atracción para el insecto suele basarse en más de un estímulo, así el color más empleado es el amarillo, aunque no es indispensable e incluso tiende a cambiarse por otros colores para aumentar la selectividad,  y en todos los casos se emplea el bicarbonato de amonio – en bolsas o en pastillas – como atrayente olfativo, que se debe reforzar, cebando una de cada tres trampas, con un atrayente sexual, espiroacetato la feromona del insecto (empleando cápsulas de 80 mg su efecto dura durante toda una campaña)

-          Lucha biológica:  la suelta del parásito Opius concolor reduce las poblaciones de mosca, realizando un control aceptable hasta el final del verano, pero sin capacidad de control una vez que descienden las temperaturas, como se ha indicado.

-          Otros sistemas de protección contra la mosca, de los que no se poseen datos contrastados ,    se basan en la utilización de árboles cebo, bien intercalando árboles de variedades más atractivas para el insecto, como algunas variedades de aceituna de mesa , con mayor relación pulpa/hueso y una maduración precoz,  o bien  pulverizando una mezcla atrayente para la mosca - de tipo olfativo-alimenticia (proteína hidrolizable, melazas) o sexual (feromonas) - como se hace en los tratamientos de parcheo, pero sólo sobre un árbol cada  nueve o dieciseis árboles. De tal manera que las picadas se concentren en  esos árboles , o partes de árboles , liberando al resto de la presión  del insecto. Como las aceitunas picadas  suelen caer prematuramente, no habrá problema de mezcla a la hora de la recolección.

-          Y no hay que olvidar que una recolección anticipada - cuando la mayoría del fruto está en el árbol - junto con una cuidadosa elaboración (separando la aceituna del suelo de la del vuelo, transportando en condiciones adecuadas, suprimiendo el atrojado), hacen disminuir drásticamente la incidencia del ataque de la mosca

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